Bastó un solo ojo izquierdo para sucumbir ante el derecho
bastó el azul que dominó entre todas las cosas
y un canto marino que no para de seguir
y los pies descalzos y húmeda la piel
bastó la distancia para ceder un poco al abismo
bastó un puñado de arena en mi mano tal vez dos
y la letanía nocturna de seres inciertos
para adormecerme la existencia en otra latitud
era aquel lugar y un sólo testigo
era yo y todos los misterios
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